Contar con un plan de formación rentable para empresas es uno de los mayores retos de las organizaciones en la actualidad. Además, es muy importante medir el ROI, es decir, el retorno sobre la inversión realizada en esa formación por parte de la empresa.

Muchas compañías se encuentran en la situación de no saber con certeza si esa inversión va a obtener un retorno real que afecte a su productividad, sus ventas, su facturación…Y esto puede suponer un problema a la hora de decidirse a implantar un plan acorde a su situación y necesidades. En este artículo hablamos de la importancia de contar con un plan de formación rentable, así como del proceso a través del cual podemos medir el ROI de la formación.

¿Qué es un plan de formación rentable y porqué es importante?

Un plan de formación rentable es aquel que nos da un retorno real que podemos detectar y medir en el seno de nuestra empresa. Ese retorno refleja el impacto que el plan de formación ha causado en el crecimiento de nuestra organización.

Ese crecimiento, a su vez, se mide en base a unos indicadores clave, según la prioridad de cada empresa. Por ejemplo, un aumento de la productividad, mejoras en cuanto a facturación, mejor Employer Branding, nuevos clientes pertenecientes a nuevos sectores…

La consecución de objetivos cuantificables, en base a dichos indicadores, es lo que nos dirá si las acciones formativas llevadas a cabo han sido verdaderamente rentables. Por eso, es importante tener claros los criterios de rentabilidad que queremos establecer y saber qué es lo que queremos conseguir con cada una de las acciones formativas.

 

Cómo medir el ROI de la formación para empresas

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1. Criterios de evaluación iniciales

El primer paso es determinar bajo qué perspectiva vamos a evaluar el éxito de nuestro plan de formación en la empresa. Encontramos 4 perspectivas diferentes, que son: 

PERSPECTIVA DE SATISFACCIÓN:

Cuando el criterio de evaluación se basa en la opinión de nuestros empleados sobre la formación recibida. Para ello, podemos realizar encuestas de valoración y ponernos un objetivo de puntuación a conseguir. Este criterio se suele utilizar para planes formativos en empresas que buscan un retorno de tipo emocional, que impacte en la productividad de sus equipos.

PERSPECTIVA DE APRENDIZAJE:

Cuando el fin es conseguir que nuestros empleados aprendan nuevas técnicas y metodologías. En este caso, estableceremos un método interno de evaluación que nos ayude a comprobar que la materia ha sido asimilada y pediremos a los empleados que apliquen los nuevos conocimientos a una tarea específica o en un proyecto en concreto.

PERSPECTIVA DE VALOR AÑADIDO:

Es el paso siguiente a la perspectiva de aprendizaje. El objetivo es que las personas que hayan asistido a un determinado curso, sean capaces de aplicar lo aprendido, no solo a un proyecto concreto, sino a toda su forma de trabajar. Este criterio se suele utilizar cuando, mediante un plan de formación para empresas, pretendemos mejorar la calidad de nuestro servicio o de nuestro producto a gran escala.

PERSPECTIVA DEL VALOR MONETARIO:

El criterio del valor monetario obliga a que todo tipo de formación para empresas sea vinculado a un retorno económico. Una formación tendrá éxito bajo este criterio si tiene un retorno económico medible. Para medir el retorno en cifras numéricas de objetivos emocionales o prácticos, deberemos establecer la relación entre esas emociones y el indicador empresarial que queremos mejorar.

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2. Medición de resultados

Solo podremos medir el ROI de la formación si contamos con la trazabilidad adecuada de las acciones de formación llevadas a cabo en la empresa. Todas aquellas que tengan unos objetivos claros, previamente establecidos, y que cuenten con un sistema de recogida de datos adecuado, nos darán la posibilidad de establecer resultados numéricos de ROI.

Los sistemas de recogida de datos han de ser objetivos y anónimos para los trabajadores. Además, deben estar completamente coordinados con los formadores que impartan las acciones y dinámicas formativas, para asegurar un cálculo fiable.

Esta fórmula, además, debe ser parte del plan de formación desde su inicio, ya que no todas las acciones van a tener un retorno directo y visible. Puede que algunas tengan un retorno aparentemente abstracto, diferido a medio o incluso largo plazo, que deberemos visibilizar y valorar.

3. Cálculo del ROI y análisis final

El ROI de la formación determinará numéricamente una ganancia económica que nuestra empresa habrá sido capaz de generar, gracias a un plan de formación rentable. Para calcularlo, debemos conocer la relación porcentual entre el Beneficio Neto y los Costes totales de la formación aplicada:

ROI = [(Total beneficio – Total de costes) / Costes] x100

Para calcular los costes tendremos en cuenta:

  • Costes materiales: espacios, material de formación, formadores/as, etc.
  • Gastos indirectos: dirección, gestión, desplazamientos, etc.
  • Costes de estructura: costes generales de la empresa proporcionalmente aplicados, como luz, agua, telecomunicaciones, etc.

Para el cálculo de los beneficios tendremos en cuenta el valor económico de la formación en relación a los indicadores establecidos en el paso 1.

Los resultados obtenidos tras medir el ROI de la formación servirán como base para futuros planes de formativos que la empresa quiera implantar y saber exactamente qué inversión debe hacer para conseguir retornos futuros.

“La necesidad de evaluar el impacto se reconoce cada vez más en ámbitos institucionales, públicos, privados y por las personas interesadas en la formación. Conocer los resultados, efectos e impactos de los programas de formación resulta fundamental para tomar decisiones a favor de la calidad, pertinencia y equidad de los mismos.” – Según la Guía de la evaluación de impacto de la formación profesional de OIT –

Conclusión

La medición del ROI de la formación en las organizaciones es un proceso complejo que empieza desde el inicio de la implantación de un plan de formación.

Es imprescindible establecer unos criterios previos de evaluación, así como unos objetivos estratégicos que medirán el éxito o fracaso de las acciones formativas realizadas. Cuanto más nos ajustemos a las necesidades de la empresa y de los empleados que vayan a disfrutar de la formación, más nos acercaremos a beneficiar a nuestra empresa de manera directa a través de ella.

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