Un buen plan de formación empresarial cuenta con las acciones formativas necesarias destinadas a mejorar las habilidades o conocimientos de los trabajadores. Así como a mejorar su productividad y rendimiento.
En el contexto actual, cualquier profesional, perteneciente a cualquier ámbito o sector, debe actualizar continuamente sus conocimientos para adaptarse a nuevas situaciones y a los requerimientos cambiantes del mercado. Por ello, es necesario que la compañía posea un plan de formación empresarial que le ayude a conseguirlo.
Índice de contenidos:
¿Cuál es el objetivo de un plan de formación de empresa?
La finalidad de implantar un plan de formación de empresa es clara. Por un lado, sirve para detectar las carencias o necesidades en conocimientos de los empleados a la hora de desarrollar sus funciones. Y, por otro, detectar sus competencias potenciales (que pueden estar “dormidas”) y encontrar, así, la mejor forma de desarrollarlas.
En definitiva, lo que se pretende mediante la implantación de un plan de formación para la empresa es aumentar el rendimiento global de la plantilla. Que, a largo plazo, se traducirá en una alta rentabilidad, notable y significativa, para la compañía.
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¿Cómo hacer un Plan de Formación en la empresa?
Además de una prioridad, implantar un Plan de Formación empresarial a medida debe ser un proceso cauteloso en el que se estudien y analicen la situación actual y las necesidades de la empresa. Para ello, debemos trazar un plan de acción siguiendo una serie de pasos:
1. Diagnóstico de la situación
Es esencial detectar con qué competencias ya cuentan los empleados antes de empezar a diseñar el Plan de Formación. Es recomendable hacerlo de manera individual para conocer los puntos de mejora. Así, será posible plantear los objetivos del plan formativo.
Para ello, una opción muy útil es realizar un DAFO. Con él, podremos identificar las debilidades y fortalezas de cada profesional, así como las oportunidades que puedan ser aprovechadas. Para una correcta realización, pueden emplearse algunas herramientas y recursos como: entrevistas personales, encuestas, test de competencias y conocimientos, evaluaciones del desempeño, etc. En el blog de EAE nos cuentan todos los detalles sobre cómo utilizar este recurso.
2. Definición de objetivos de tu plan de formación de empresa
Ahora que ya sabemos cuáles son las necesidades formativas de los equipos y la empresa, estableceremos los objetivos a alcanzar. Llegados a este punto, es verdaderamente importante tener presente y muy en cuenta el análisis de la realidad que hemos hecho anteriormente. Para poder establecer, así, objetivos coherentes y alcanzables de nuestro plan de formación de empresa.
3. Selección a un proveedor de formación
El hecho de elegir una fuente de formación interna o externa va a depender de la materia a impartir y de los métodos requeridos para ello. Lo más recomendable es contar con un proveedor de formación que cuente con la experiencia suficiente en implantación de Planes Formativos a medida.
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4. Diseño del plan de formación de empresa e implantación de las acciones
En esta cuarta fase se definen las acciones que incluiremos en el plan de formación, quién va a beneficiarse de ellas, cuándo serán impartidas y qué metodología hemos elegido en cada caso. Es fundamental que exista un diálogo entre la empresa y los empleados, para poder dar forma a la opción más útil y ventajosa para ambos. Los ejemplos de acciones formativas para empresas son numerosas, en función de las necesidades de cada compañía, tanto en formación online, como en modalidad presencial.
5. Evaluación de los resultados
Una empresa que opta por desarrollar un Plan de Formación para sus empleados, lo hace con el objetivo de que este resulte, a la larga, rentable y favorezca su crecimiento empresarial. Para evaluar si la formación está dando un retorno positivo a la empresa, es imprescindible realizar un seguimiento. Si los objetivos son cuantificables, podremos saber si un plan de formación o una acción formativa han sido rentables. Por este motivo, es importante tener claros los criterios de rentabilidad que queremos establecer y saber qué queremos conseguir.
Conclusión
En definitiva, cualquier compañía debería proporcionar a su plantilla la formación que le permita desarrollar y potenciar al máximo sus habilidades. De este modo, el empleado se sentirá satisfecho y valorado por la empresa a la que pertenece. Por otro lado, cuando una organización cuenta con su propio plan formativo, demuestra que tiene interés en el desarrollo y crecimiento laboral de sus equipos, obteniendo un mayor grado de lealtad por su parte y, al mismo tiempo, una mejor imagen de marca de cara al exterior.
Sea como sea, la empresa siempre gana, porque la formación se traduce en un notable crecimiento en innovación y productividad. Al fin y al cabo, la idea es obtener el mayor retorno posible de la inversión realizada en formación. La mejor forma de conseguir esto es implantando un Plan de Formación empresarial personalizado y adaptado a la empresa donde vaya a llevarse a cabo.
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